Especial Lanzarote

TREKKING A LANZAROTE

Caminar por Lanzarote la Isla del Fuego. 

¿Qué hacer en Lanzarote? Senderismo, caminatas y excursiones con vistas de cuento de hadas son oportunidades que no faltan en esta isla salvaje donde hay muchos senderos fáciles y difíciles, que se desarrollan a lo largo de toda la isla.. 

El trekking, práctica ya desde hace décadas difundida en todo el mundo sobre todo entre las montañas más altas del planeta, en los Alpes o Apeninos, se propone aquí de una manera diferente, con la finalidad de llevar a los amantes de este tipo de viaje a "caminar" en una isla histórica del archipiélago Canario: Lanzarote. 

La Isla, a pocos kilómetros de la orilla africana pero territorio europeo (España) que ofrece al visitante atento una miríada de facetas naturalistas, culturales, históricas sin dejar de lado naturalmente la diversión.


Definida como la Isla del Fuego por sus más de 140 volcanes, afectada por los vientos Alisei y por lo tanto tiene una temperatura constante durante toda la época del año que ronda los 22/24 grados, Ideal para los caminantes que pueden disfrutar de un paisaje único en el mundo y que es Patrimonio de la Unesco

Caminar por caminos trazados en la lava donde se tiene la impresión de estar en la Luna o en un planeta desconocido, o bien a lo largo de la costa atlántica en recorridos que a menudo unen minúsculos pueblos de pescadores o incluso pisan las playas blanquísimas de la cercana Isla Graciosa y luego suben a los grandes volcanes como la Caldera Blanca o la Calderita, donde se puede comprender la grandeza del lugar, es sin duda una experiencia inolvidable para los amantes del senderismo. Los recorridos que proponemos son adecuados para todos los tipos de caminantes que serán seguidos por nuestras Guías de lengua italiana. 

LANZAROTE I Da Josè Saramago, Cuadernos de Lanzarote  

El placer profundo, inefable, que es caminar por estos campos desiertos y barridos por el viento, subir una cuesta difícil y mirar desde arriba el paisaje negro, descortezado, quitarse la camisa para sentir directamente sobre la piel el agitarse furioso del aire, y luego entender que no se puede hacer nada más, la hierba seca, que roza el suelo, tiembla, las nubes rozan por un momento las cimas de los montes y se alejan hacia el mar, y el espíritu entra en una especie de trance, crece, se dilata, falta poco para que estalle de felicidad. ¿Qué más queda, entonces, sino llorar?